Comer, jugar y amar es básicamente la receta que propone el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) para promover el desarrollo infantil temprano, que los cerebros de los niños y niñas alcancen su pleno potencial en sus primeros años de vida. A continuación presentamos extractos de la conferencia magistral que la Dra. Pía Britto, jefa y asesora de desarrollo de la primera infancia y creadora del marco para el cuidado cariñoso y sensible y la estrategia de los primeros 1000 días de UNICEF, dio en Asunción el pasado 18 de noviembre.
¿Por qué importa el desarrollo infantil temprano?
La ciencia del cerebro nos da algunos mensajes clave que nos permiten entender por qué los primeros años importan.
Uno de los principales mensajes es que la naturaleza y la educación vienen juntas. No son solo nuestros genes, son nuestros genes con el ambiente los que crean esta belleza del desarrollo temprano. ¿Y quiénes son los arquitectos de ese ambiente para el niño? La familia, la comunidad, todos nosotros. Cuando proveemos el ambiente adecuado, el cerebro tiene la capacidad exponencial de crecer, de hacer estas millones de conexiones por segundo. El primer mensaje de la ciencia es que no son solo los genes, es el ambiente. Este es un mensaje tremendo de esperanza, este es un llamado tremendo para todos nosotros para que cambiemos el ambiente.
El segundo mensaje de la ciencia es muy claro: el tiempo importa. Temprano significa temprano. Hay que cuidar de los niños desde los primeros 1000 días, porque lo que nos demuestra la investigación es que podemos convertir el ciclo de adversidad en los niños que reciben estas oportunidades tempranas. Cuando intervenimos en los primeros 1000 días de vida, los niños casi alcanzan a los que nunca sufrieron adversidades. Podemos transformar los ciclos de pobreza intergeneracional en ciclos virtuosos intergeneracionales de productividad.
El tercer mensaje es muy importante. Hablamos mucho sobre la situación de la desnutrición y el retraso en el crecimiento. El tercer mensaje nos dice que cuando cuidamos a los niños con protección y cariño, su habilidad de absorber la ingesta nutricional aumenta, entonces aumentamos la efectividad de la comida que necesita el niño, de la nutrición que recibe. Este es un mensaje muy importante de la ciencia del cerebro porque tiene implicancias en cómo coordinamos nuestras intervenciones.
El cuarto mensaje es que necesitamos prevenir que los niños experimenten el estrés tóxico. Todos experimentamos estrés en nuestra vida cotidiana, pero tenemos que ayudar a los niños para que no tengan la experiencia del estrés crónico tóxico, que existe durante toda la vida, porque eso hace que haya altos niveles de cortisol en el cerebro, lo que comienza a reducir la capacidad de formar conexiones cerebrales. Tenemos que prevenir eso, tenemos que mejorar el ambiente en el que vive el niño, proveer la protección que necesita.
El quinto mensaje de la ciencia del cerebro es el que tiene que ver con la estimulación del aprendizaje durante toda la vida. El aprendizaje comienza al nacimiento y es un viaje de toda la vida. Todas las veces que le hablamos al bebé, cada vez que nos mira y le devolvemos la mirada, el bebé está aprendiendo, estás activando todas esas conexiones en el cerebro. Esa receptividad, esas palabras, esa estimulación, los abrazos, los cantos, el hablar: todo eso está alimentando el cerebro, es como una esponja, busca eso, y lo alimentás y se expande más y más y crece y eso crea condiciones de aprendizaje para toda la vida.
Conocemos los ingredientes más importantes para alimentar el cerebro. Sabemos que el cerebro necesita comida, necesita protección y estimulación, lo que nosotros llamamos comer, jugar y amar. La nutrición alimenta el cerebro, la estimulación activa todas esas conexiones y el amor lo protege del estrés tóxico.
Fuente: https://www.unicef.org/paraguay/stories/comer-jugar-y-amar-lo-que-necesita-el-cerebro-del-ni%c3%b1o-para-desarrollarse-plenamente
